En mi búsqueda de la belleza y de la felicidad a través de la naturaleza y de todo aquello que nos ofrece para hacer la vida más bonita, lenta y orgánica me tope hace unos años con las tinturas naturales.
2013 y la chica alemana
En 2013 conocí en un mercadillo a una chica alemana que se había asentado en Cabranes para iniciar un proyecto de lana y de tintura natural, me contó que había estado en la India y había visto en primera persona las demoledoras consecuencias de los tintes químicos sobre los trabajadores a destajo. Creo que se volvió a Alemania porque nunca más la volví a ver. La recuerdo hilando en una rueca con un montón de ovillos teñidos por ella mientras se tocaba su barriguita y me decía que estaba embarazada de tres meses. Qué bonita imagen de aquel 12 de octubre¡
Verano de 2015
El verano de 2015 fue el verano del indigo, un montón de cuentas australianas de “handmade” de todo índole a las que sigo en instagram no pararon de teñir con indigo siguiendo la técnica del shibori. Y me obsesioné, la famosa “current obsession” de las anglosajonas… Así que me compre el kit de indigo + shabori de Mundo Lanar y a ello nos dedicamos una maravillosa tarde verano una amiga y yo.
Como todo lo que haces con tus manos de forma artesana, resultó bonito y placentero. Teñimos incluso las pinzas porque quedaban monísimas de azul indigo¡
Con la cuerda teñida de azul indigo hice unas cestitas para guardar hilos y cositas, con los pañitos realmente no hice nada pero la satisfacción que aquella tarde agosto me propocionó no tiene una recompensa monetaria sino emocional que no puede tener transacción pragmática ni una cuantificación monetaria.
Supongo que si me lees habitualmente enterás perfectamente lo que te estoy contado y muy probablemente tú también lo experimentes con todos tus proyectos, acabados o sin acabar.
2016 y el libro
En 2016 me compré este libro, Natural Color de Sasha Duerr, os lo recomiendo, un montón de proyectos sorprendentes utilizando diversas materias vegetales para conseguir distintos y preciosos colores.
2017 y Laura Raposa
Y así llegamos a 2017, y conocimos a Laura Raposa a través de nuestra queridísima Meri, Miss entretelas y Laura ofreció y abrió su maravillosa casa y fue la fiesta de las Lauras y del tinte natural.
Laura Raposa nos enseñó a teñir lana con tintes nobles y con especies vegetales. Ella es dulce y sabia, investiga y experimenta y transmite sus conocimientos de forma serena y pausada. Cómo no ser felices durante todo aquel día.
De nuevo, ¿practicidad?, probablemente ninguna, salvo el gusto por teñir nuestras “tote bag” o nuestros trapitos o nuestras lanas disfrutando de todo el proceso, experimentando con nuevas especies vegetales y combinaciones a partir de los conocimientos que Laura nos tranmitió.
No tengo fotos bonitas de aquel día para compartir contigo aquella experiencia pero quédate con su nombre y su web. (pica aquí)
2018 y la casa del bosque animado
Y así esta historia llega de nuevo a mi misma cuando en el verano de 2018 decido teñir pañitos de algodón con remolacha en una noche de tormenta cruenta en una casita muy antigua frente al mar con el bosque de Fendetestas a la espalda y viento golpeando la ventana.
En una antigua cocina de gas de los años 70 y utilizando una cacerola de flores inspiración nórdica hice mis pinitos con la remolacha y el color que conseguí me gustó muchísimo.
Apenas fue un suspiro porque no utilicé bien el mordiente así que el color desapareció bajo la humedad del mar.
Pero fue muy bonito mientras duró
2018 y las nueces
En mi arriesgada aventura tintorea no podia dejar pasar el inicio del otoño e intentar teñir con la cáscara externa de la nuez.
Utilicé acetato de hierro, que conseguí dejando hierro en vinagre durante varios días. Cocí las cáscaras junto con el acetato para fijar el color y conseguir un gris azulado.
De nuevo, y no me cansaré de contártelo en todos mis post, recoger las nueces bajo el sol de setiembre mientras charlas y dejas que la tarde pase tranquila, supone ya la mitad de la recompensa final.
En mi caso la nogal estaba rodeada de hierbabuena, así que puedo decir que recogí nueces entre aromas de mojito.
El otoño quiso que el color se debatiera entre un indeterminado gris y un extraño marrón de los pétalos de las hortensias. Autoconsuelo pensar que fue el otoño y no mi inexperiencia y ansia por teñir con las nueces.
En todo caso… a mi me gusta el resultado y seguiré ampliando conocimientos aprendiendo de más mujeres sabias y elegantes… Seguiré informando, 🙂
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