Rosas
Un camino encantador franqueado por arbustos llenos de pequeñas rositas antiguas.
Podría ser el inicio de una novela de época victoriana llena de amores ocultos y confidencias bajo los rosales.
Pero no, sencillamente es una línea cargada de rosas que dibuja muchos recuerdos de infancia.
En tu mente reside alguna flor vinculada inexorablemente a tu infancia?, si es así, sabrás de lo que hablo… de cómo una esa flor grabada en tu subconsciente a modo de foto se convierte en una evocación profunda y automática de momentos felices de tu vida.
En mi caso, la rosa, sigue siendo la reina del jardín y de las “caleyas” (caminos rurales). Desde las rosas más convencionales y denostadas por miles de memes absurdos, a las más delicadas, sencillas y aromáticas.
Me encanta esa perfecta combinación entre elegancia y humildad que la eleva desde la vulgaridad del exceso hasta la maestría de la sencillez.
Pero además, la rosa, es como el ave fenix, año tras año se reinventa entre cruces e injertos con nuevas variedades infinitas. Tan sólo con ojear los catálogos de los creadores, te trasladas automáticamente a un jardín victoriano por el que, a lo lejos, pasea Elisabeth Bennet al encuentro del Señor Darcy.
Rindo mi devoción a la rosa por calmar mis nervios, alegrar mi ojos y traerme de nuevo a casa.
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